Tipos de fondos de inversión: Fondos de Reparto. Ventajas y desventajas.

>La oferta de fondos de inversión es enorme y por eso conviene tener claro cuál te conviene según tu perfil de inversor. Existen distintos tipos de fondos dependiendo del área geográfica o los activos en los que inviertan, del modelo de gestión (activo o pasivo) e incluso de cómo busquen retornar las ganancias al ahorrador. Ahí es donde aparecen los fondos de reparto frente a los fondos de acumulación.

Cómo funciona un fondo de reparto

La mejor forma de entender qué es un fondo de reparto es enfrentarlo a los fondos de acumulación, los más 'tradicionales'. Habitualmente un fondo invierte en empresas y activos de renta fija y utiliza el beneficio que obtiene para seguir invirtiendo y aprovechar así el poder del interés compuesto. Como ahorrador no recibirás ni un céntimo del dinero invertido hasta que procedas al reembolso del fondo (y eso si no decides reinvertir en otro fondo, lo más habitual para disfrutar de ventajas fiscales.

Por el contrario, los fondos de reparto sí que premiam al ahorrador durante el camino. Lo hacen a través de los dividendos que reparten las compañías en las que invierten. En lugar de reinvertir ese dinero, lo ofrecen como pago al partícipe del fondo.

La carencia del pago dependerá de cada fondo. Los hay que hacen pagos mensuales con los dividendos que hayan cobrado, mientras que otros preferirán agruparlos en remesas trimestrales o semestrales. Lo que no cambia es que recibirás un dinero por los dividendos que generen las inversiones del fondo.

Existe una variante incluso más agresiva en la remuneración al partícipe. Se trata de los fondos de reparto de rentas, donde el fondo te asegura el cobro de una cantidad. Normalmente esa cifra se alcanzará a través de los dividendos que cobre, pero en caso de que el dinero obtenido no fuese suficiente, el fondo vendería activos para alcanzar la cantidad.

Ventajas y desventajas de los fondos de reparto

La mayor ventaja del fondo de reparto es que te aseguras recuperar una parte de tu inversión. En caso de una caída, tú ya habrás percibido parte de lo invertido. En otras palabras, reduces los riesgos ante una situación de mercado adversa.

Como es lógico, esta seguridad tiene un precio. En este caso es dejarás de disfrutar de la ventaja del diferimiento fiscal de los fondos de inversión. Uno de los puntos fuertes de los fondos es que no hay que pagar impuestos al recuperar el dinero si éste se reiniverte en otro fondo. Gracias a esta característica pueden aprovechar mejor el interés compuesto y se evitan tener que pagar como poco un 19% de los beneficios que obtienes al hacer la renta.

La diferencia a largo plazo es enorme. En 10 sólo 10 años, para una aportación inicial de 10.000 euros con los depósitos tendrás casi 1.850 euros menos de intereses.

Al retirar el dinero vía dividendo tendrás que pagar impuestos por ese capital. La última reforma fiscal eliminó la exención sobre los primeros 1.500 euros de dividendos, por lo que tendrás que tributar por el importe íntegro que cobres.

En el caso de los fondos de reparto de rentas la desventaja puede ser más acuciante. Y es que en caso de no alcanzar la renta vía dividendos se producirá directamente una desinversión y reembolso de participaciones hasta alcanzar la cifra.

¿A quién le pueden interesar los fondos de reparto?

Los fondos de reparto están pensados para un ahorrador conservador que necesita tener la seguridad de que irá recuperando poco a poco la inversión. Del mismo modo, también pueden ser útiles para quienes buscan cobrar una renta periódica, como por ejemplo, un jubilado que desea completar la pensión pública al tiempo que ve como sus ahorros siguen creciendo.

En el último año la rentabilidad de los mejores productos de este tipo ronda el 8% según los datos de Morningstar.

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