p style="text-align: justify;">El Euribor acaba de cerrar el mes de agosto, a pesar de un breve repunte, de nuevo con una tasa negativa, en concreto de un -0,048%. Para la mayoría de los analistas esta pequeña subida no ha supuesto un cambio de tendencia, tan sólo el reflejo de un mes de agosto estable y con pocos sobresaltos. Por ello en los siguientes meses se sigue esperando lo mismo, tipos negativos con un claro efecto sobre el sector financiero, los productos que se comercializan y por supuesto, los clientes.
Cada vez que cierra el Euribor con un descenso sobre su cotización de un año anterior se repiten las informaciones: “para una hipoteca media de 120.000 se ahorrará…”. Es cierto, el impacto a los hipotecados es directo aunque en estas diferencias pequeñas es mínimo y escasamente supera los 100 euros anuales en la mayoría de las cosas. En un entorno económico real sus efectos van más allá, ya que con más dinero disponible parte se puede destinar a ahorro e inversión, pero también a consumo y crecimiento.
Pero como hemos indicado este ahorro es cada vez menor, se ha consolidado e incluso puede ser potencialmente un problema si al que le conceden la hipoteca variable cree que su cuota va a ser así siempre y no tiene margen para cuando tenga que afrontar subidas.
La cara negativa está en el ahorro más tradicional, depósitos y cuentas remuneradas. La bajada rápida y automática de la rentabilidad de estos productos, que mantienen muchos españoles aún en su cartera como ahorro principal, afecta a sus bolsillos y también a los bancos, que siguen prestando poco y tienen un margen de intermediación muy reducido.
España es tradicional en el ahorro: ladrillo y depósitos. La primera inversión ya ha dejado clara sus debilidades en la crisis, no sólo por la bajada de precios si no por otros problemas que genera al pequeño ahorrador que tuviera un piso o local buscando que busca rentabilizar. A la bajada de precio se unen los problemas de gestión, impagos y también la liquidez incluso asumiendo importantes pérdidas.
Con el ahorro tradicional las limitaciones las estamos viendo en este momento, rentabilidad casi nula y que pensando en el largo plazo supone un coste de oportunidad importante.
Si invertimos 10 años en depósitos con una media de rentabilidad del 0,75% (tipo muy por encima de la rentabilidad actual) apenas conseguiríamos un 7,76% de rentabilidad acumulada. Si por el contrario usamos como vehículo de ahorro a largo plazo un fondo de inversión con una media muy moderada de ganancia, del 4% anual, el acumulado sería del 48,02%.
Todo ello lleva a que los tipos bajos también genere la oportunidad para que al ahorrador invierta en productos rentables con los que ganar más en el presente y conseguir más fácilmente su renta o capital objetivo si por ejemplo, piensa en la jubilación. Frente a estas oportunidades muchos bancos ofrecen productos muy limitados que ya hemos analizado como los fondos garantizados o los seguros de ahorro con un resultado tan limitado como los depósitos con algunos inconvenientes adicionales como es la liquidez en los seguros de ahorro.
En definitiva, ante un entorno hostil en tipos de interés, los fondos de inversión muestran incluso más sus ventajas. Consolidan ahorro y generan unas ganancias con las que conseguir más y mejores objetivos financieros.