0,61%. Esta es la media de rentabilidad de los depósitos hasta 24 meses en España en el mes de abril. Si la cifra parece baja, en los siguientes meses será aún menor. No tenemos ninguna razón que nos haga pensar que la situación va a cambiar y que los tipos de interés vayan a subir, en todo caso, lo contrario. En este entorno el ahorrador llamémosle “tradicional” tendrá pocas alegrías, ya que no sólo los depósitos son muy bajos, sino que para apurar unas décimas de rentabilidad se contratan productos con limitaciones importantes como son: alta inversión (muchos por encima de los 50.000 euros), a largo plazo y con comisiones de cancelación o reembolso muy altas.A pesar de todo ello, el ahorrador / inversor español apuesta mayoritariamente por este tipo de productos que a largo plazo, incluso con intereses más elevados, ofrecen una rentabilidad muy pobre. Actualmente estamos en una coyuntura de baja subida de precios o deflación, pero no son raros los años cuando incluso se apuesta por productos que ni vencen a la inflación y con ello se pierde poder adquisitivo. Pero si la escasa rentabilidad y el mal planteamiento como inversión base a medio y largo plazo, hace al depósito menos atractivo que el fondo de inversión, también la fiscalidad de este último le hace ganar enteros.
Uno de estos aspectos beneficia sin duda al fondo de inversión es su tratamiento fiscal. Su rendimiento, si el beneficio es generado en un periodo mayor a un año, es el mismo que en los depósitos, ya que se califica de ganancia de patrimonio y se calcula conforme a las normas generales del IRPF formando parte de la base imponible del ahorro. Pero la diferencia está en que este rendimiento no tributa hasta que no se realice la venta, es el denominado diferimiento fiscal que permite a igual de condiciones que el beneficio neto después de pasar por Hacienda sea mayor en un Fondo que en un Depósito. Si a este unimos que los traspasos entre fondos tampoco tributan confiere a este tipo de productos una importante ventaja.Lo vemos mejor en dos ejemplos comparando un fondo de inversión y un depósito a un año con una rentabilidad ambos del 3%. En el primer ejemplo, el cliente retira todos los años esta ganancia generando unas importantes diferencias fiscales. Los 300 euros generados de intereses tributarán a un mínimo del 19% por lo que pagaremos 57 euros y el rendimiento neto será de 243 euros.Por el contrario en el fondo de inversión lo que vendemos es una parte del fondo que corresponda a estos 300 euros. Estas participaciones han generado un beneficio de 8,74 euros que es por el que tributamos pagando 1,66 euros de impuestos, 34 veces menos. Quedándonos en ambos casos la inversión integra de 10.000 euros para el siguiente año, que tributará en el caso del fondo a la hora de rescatar el producto en su totalidad.En el segundo ejemplo nuestro objetivo es distinto, conseguir el mayor capital posible en un plazo de 10 años, volviendo a enfrentar un depósito al 3% con un fondo de que genere el mismo rendimiento.En este caso el fondo es también el producto más rentable, la razón, mientras que en el depósito vamos capitalizando (sumando a la inversión inicial) las ganancias netas después de tributar en el IRPF, en el fondo de inversión se hace en su totalidad ya que estas se acumulan en su totalidad y no se pagan hasta que se realice el reembolso total. El ejemplo además simplifica el funcionamiento de los fondos, ya que las ganancias (o en su caso pérdidas) acumuladas se incrementan cada día en el que el fondo cotice.