p style="text-align: justify;">En un mundo en el que cada día el consumidor se toma más tiempo, analiza lo que compra, compara en Internet o en el comercio físico, y con ello basa sus decisiones en la información, el mundo de la banca comercial sigue anclado en el sistema contrario. Es cierto, hay muchas diferencias entre elegir el ordenador que más nos conviene, unos pantalones o el hotel en donde pasar las vacaciones con una cuenta nómina, una hipoteca o un fondo de inversión, pero esto no exime de una realidad, en un banco no compramos, en la mayoría de las ocasiones nos venden.
El déficit de información desde luego no debe servir de excusa. No sabemos o al menos no debemos tampoco tratarnos cualquier enfermedad o dolencia. En este caso, vamos al médico, nos prescribe un tratamiento que finalmente compramos en una farmacia. Pero si todos conocemos la existencia de los doctores, lo que pocos conocen es la existencia de los Asesores Financieros Independientes (EAFI) cuya labor es la de asesorarnos, buscar las opciones más interesantes para nuestro dinero y no vendernos lo que más beneficio de, por ejemplo, al banco.
En primer lugar un asesor financiero no es cualquier persona o sociedad. Son un tipo de empresas de servicios de inversión que están autorizadas únicamente a prestar asesoramiento en materia de inversión. Pueden ser tanto personas físicas como jurídicas. Deben estar inscritas en el correspondiente Registro de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), que también realiza labor de supervisión sobre ellas. Todo ello para conferir la máxima seguridad al cliente.
Las EAFI ofrecen asesoramiento en materia de inversión o lo que es lo mismo, realizan recomendaciones personalizada a un cliente, ya sea a petición de este o por iniciativa de la entidad, con respecto a una o más operaciones relativas a instrumentos financieros concretos. La recomendación debe presentarse como adecuadas para el cliente, basándose en las circunstancias personales. Esta es una de las diferencias fundamentales con lo que nos encontramos cuando vamos a un banco. En este caso, lo normal es que el trabajador de tu sucursal ponga sobre la mesa una serie de productos limitada, cerrada, generalmente los que están en periodo de comercialización, que en muchas ocasiones no cumplen todas o incluso ninguna de las cuatro premisas en las que se debe basar una recomendación financiera: analizar los conocimientos del cliente, su experiencia, su situación financiera actual y cuáles son sus objetivos de inversión. El banco prescribe y el banco vende, y como esto segundo es lo que le genera ganancia, se olvida del primer punto.
Aunque no es obligatorio, la forma habitual de relación entre un cliente y un Asesor Financiero (EAFI) está en la formalización de un contrato escrito, en el que se refleja cómo se ajusta la recomendación realizada a sus características personales y sus objetivos de inversión.
Los Asesores Financieros (EAFI) cobran una comisión por la prestación del asesoramiento en materia de inversión establecido en su folleto de tarifas máximas, unos folletos que siempre están a disposición del cliente, en su domicilio social y en su página web, y también registrados en la página web de la CNMV.
También las EAFI pueden cobrar una tasa por el tiempo que hayan dedicado al análisis de su cartera, consistente en una tarifa por horas o fracciones horarias. Todo ello de forma transparente, informando de todos los gastos y costes que se podrá incluir el Asesor Financiero.
El resultado es que el inversor gracias al Asesor Financiero (EAFI) mejora y multiplica las opciones, las universaliza, frente al carácter cerrado de los productos que te puede ofrecer tu banco generalmente sólo a través de su propia gestora. Las ventajas son múltiples y muy importantes. En primer lugar acceso a arquitectura abierta, con la que el cliente tendrá acceso a una importante gama de productos y servicios de inversión, tanto propios como ajenos, del mercado nacional y del internacional. También gana en eficiencia, ya que se tiene acceso a clases de fondos más baratas lo que repercute directamente al bolsillo del cliente. Y por último incluso tiene acceso a fondos exclusivos, a los que sólo tienen entrada los grandes capitales pero que un Asesor Financiero puede poner a disposición del cliente.
El Asesor Financiero (EAFI) recomiendo los productos que mejor se ajusten a la situación personal del cliente. Por ello, toma como base un análisis previo de que es lo que tiene el cliente y que necesita. El cliente potencial le proporciona una información y del análisis previo del mismo busca y recomienda los productos ideales, con una arquitectura abierta en la que están cientos de alternativas, a las que hace seguimiento, cambia y mejora con el objetivo de que el cliente obtenga el mejor resultado. La labor del Asesor Financiero es que la “salud financiera” del inversor sea la mejor posible.